domingo, 7 de junio de 2009

CRÓNICAS - CANTA 2009


Despertando a los muertos


UN PASEO DE NOCHE POR EL CEMENTERIO


Nunca estuve de acuerdo en ir al cementerio de noche a ver si encontrábamos algún ser paranormal, no es bueno interrumpir el descanso de los que ya partieron

Por Johana Gao Chung

Primer día que llegamos y recién en la noche nos dimos cuenta que estábamos acampando cerca al legendario cementerio de Obrajillo.
Esperamos a que sea de noche, muy oscuro para ir un grupo a investigar que había dentro, como era, pero el miedo me carcomía hasta los huesos y tuve que retirarme antes de ver el primer nicho.


Salí corriendo pensando que algún fantasma pudiera salir, molesto por lo que hacíamos mucho ruido y riendo de los nervios dentro de allí.
Las ramas que estaban en el césped me sujetaban las piernas a cada rato, trataba de correr pero me seguían tocando, al no ver nada la adrenalina me subió a mil, el miedo que tenía era incontrolable. El cementerio está ubicado como en una especie de bosque, árboles, ramas secas, y tenías que subir hasta un pequeño piso plano para darte cuenta que tanto a la derecha como a la izquierda estaba lleno de nichos, fotos de las personas fallecidas debajo de sus tumbas, realmente de ultratumba.


Todos salieron corriendo después de cinco minutos, luego hablando afuera del cementerio decidimos ir de nuevo a tomar fotos y filmar todo en infrarrojo a ver si después, en casa, podíamos ver el video y las fotos y encontrábamos algo extraño.


Tragué mi miedo por completo y decidí arriesgarme a la aventura del temor, mientras todos se sujetaban de la mano, caminando en fila india llegamos hasta la mitad del camino, porque nos dimos cuenta que era un cementerio sin fin, seguías caminando y seguían nichos y más nichos, era oscuro y ya no me estaba gustando para nada la idea de seguir andando.


En mi mente decía: Hay que tenerle miedo a los vivos no a los muertos, frase que repetía a cada minuto para darme valor, pero el ruido de los árboles moviéndose y el cacareo de los gallos y el rebuzno de los caballos me ponía demasiado nerviosa, así que gritando les dije a todos que salgamos, que no era bueno estar en un lugar donde los cuerpos sin vida descansan en paz.


Todos con cara de decirme que era una aguafiestas me siguieron y terminamos caminando más despacio para poder salir con vida, no por el hecho de que algún muerto nos asuste, sino que el césped tenía huecos y no era seguro caminar por ahí, muy a parte que solo llevamos una linterna que a las justas alumbraba el camino.


Salimos sudando del miedo, riendo de las caras de cada uno y de los gritos que cada uno daba, porque prefiero evitar que otros empezaron a rezar mientras caminaban.

1 comentario:

Rogelio Córdova dijo...

Definitivamente no tenìan nada que hacer.

 
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